El día de ayer, en Brasilia, Jair Bolsonaro tomó posesión como nuevo presidente de Brasil. Como era de esperarse con el ex capitán del ejército, su discurso estuvo marcado de lugares comunes contra “el comunismo”, “la ideología marxista”, y el “socialismo” que deberían “desaparecer” de Brasil durante su mandato como jefe del ejecutivo. De la misma manera, las odas a Dios y a la religión cristiana ocuparon buena parte de su discurso introductorio, reforzando su posicionamiento como referente de la extrema derecha en América Latina. Si bien según las encuestas de opinión publicadas recientemente, 65 por ciento de los brasileños desean que el gobierno de Jair Bolsonaro sea “exitoso”, se trata de la cifra más baja de aprobación gubernamental de inicio de mandato desde 1989, cuando Fernando Collor de Melo llegó al Palacio del Planalto. Contrariamente al vaticinio de los principales medios de comunicación de Brasil, que llevaron a cabo una transmisión acrítica de la toma de posesión, las masas no fueron abrumadoras en este evento. Según los reportes de las agencias internacionales, la plaza de los tres poderes, que lucía colmada durante la toma de posesión de Lula en 2003 y 2006, estaba semi vacía este primero de enero. Además de esto, el número de delegaciones extranjeras presentes en este acto fue el más bajo desde el regreso de la democracia a Brasil, en 1989. En total 46 gobiernos fueron representados durante este acto protocolario, y entre ellos, 10 jefes de Estado y de Gobierno. Ocho años antes, en 2011, la toma de posesión de Dilma Rousseff se llevó a cabo frente a más de 120 delegaciones de todo el mundo, incluyendo 32 jefes de Estado y de Gobierno. Si bien es cierto que el desinterés de Dilma Rousseff por los asuntos internacionales, como las condiciones más que criticables de la llegada de Michel Temer a la presidencia de la República, en 2016, ya habían iniciado esta tendencia, todo apunta a que esta situación se agrave. En efecto, la prioridad de Bolsonaro y de su canciller, Ernesto Araújo, es muy clara y simple: alinearse en todo lo posible a las prioridades del gobierno de Estados Unidos, y en particular a las políticas de Donald Trump. Por ende, las criticas reiteradas al multilateralismo, a los mecanismos de integración regional en América Latina y del Sur, al sistema de Naciones Unidas, al concepto mismo de derechos humanos y a la protección de las minorías, se multiplicarán en los próximos meses y años. De tal manera que las orientaciones políticas de Jair Bolsonaro, tanto en el plano interno como externo, se traducirán por un achicamiento del peso de Brasil en el mundo.
Esta situación inédita en América Latina desde los años 1980 tiene consecuencias. Para México y su política exterior, este realineamiento estratégico de la política exterior brasileña tiene un impacto importante. Desde la ciudad de México, esta aproximación entre Brasilia y Washington podría transformar a Brasil en el principal socio de Estados Unidos en América Latina, en detrimento de México, que podría verse aislada por esta suerte de “pinza” política. En un momento en el cual varios países de la región se encuentran inmersos en procesos electorales, la llegada de un polo político de extrema derecha en el principal país de América del Sur puede generar incentivos para que candidatos que se reclamen del “Bolsonarismo” ganen espacios políticos. Este giro podría tener relevancia en Uruguay y Bolivia donde algunos sectores de la oposición de derecha han hecho referencia al ex capitán del ejército en sus plataformas políticas. Si bien el estado positivo de la economía boliviana no presagia una alternancia política, en Uruguay el Frente Amplio, coalición de izquierda actualmente en el poder, puede tener sus días contados. En el caso de El Salvador y de Guatemala, la cercanía con México y la intensidad de las agendas compartidas hacen más difícil que se produzca un “mimetismo brasileño” en estas elecciones. Sin embargo, la importancia que tuvo el debate sobre la religión en la elección presidencial costarricense del año pasado, en la cual un pastor evangélico llegó a la segunda vuelta electoral, deja pensar que todo es posible en la región, inclusive donde menos lo podíamos esperar.
Gaspard Estrada
https://suracapulco.mx/2019/01/02/que-le-espera-a-america-latina-en-2019/