El aire y la luz del sol se cuelan por las oquedades en la desgastada puerta de la casa de Myrna Padrón, quien desde marzo emprendió un proyecto en su barrio de la capital cubana a favor del reconocimiento de las personas negras y mestizas.
La activista abre las puertas y ventanas de su hogar a medio reparar en una planta baja, para que los transeúntes puedan ver desde la acera las enormes cartulinas colgadas en las paredes de su sala, en el municipio de Marianao, en La Habana.
De colores contrastantes, los cuadros de la joven artista Daimy Izquierdo muestran rostros y cuerpos con los rasgos propios de la población de ascendencia africana.
Esta vez Padrón, promotora cultural de 53 años y con un amplio trabajo en el área, busca con su proyecto autónomo y comunitario Casa Tomada Mirarte “hacer acciones artístico culturales y educativas de respeto a la diversidad, conciencia racial, con énfasis en los derechos económicos”, con apoyo de pequeños fondos colectivos.
“El problema del reconocimiento (como afrodescendiente) no está muy investigado en Cuba”, dijo Padrón, quien aún sondea cómo se comporta el fenómeno en su comunidad, que es negra en su mayoría con inmigrantes del oriente cubano, “aunque en el censo no se refleje así”.
“En los últimos 10 años, he trabajado con artistas de altísimo nivel de identidad pero la realidad es otra en las comunidades”, valoró la lideresa barrial a IPS.
Padrón ofrece talleres artísticos para niños y niñas, exposiciones, intercambios y ayudas específicas a adolescentes y adultas mayores, junto a artistas que abordan en su obra la influencia de África y su diáspora.
Con sus particularidades, el activismo antirracista en Cuba trabaja en el complejo asunto del reconocimiento, una de las deudas que el Decenio Internacional para los Afrodescendientes -declarado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) de 2015 a 2024- convoca a revisar junto con la justicia y el desarrollo de este grupo vulnerable.
Según especialistas, el concepto de reconocimiento incluye la parte personal de asumir la herencia africana tras siglos de procesos de blanqueamiento y despojamiento de su cultura, además de la visibilidad estadística y por parte de los Estados de los aportes y situación vulnerable de este segmento poblacional.
De hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indica que la región afronta grandes retos en ese sentido, al punto que muchas de sus naciones aún se oponen a usar el término afrodescendiente.
En conjunto, en la región se contabilizan 130 millones de personas afrodescendientes, que representan 21 por ciento de la población total, aunque se estiman que la cifra real sea muy superior.
Esta franja, “cuyos antepasados fueron esclavizados y sometidos a trabajos forzosos, sigue padeciendo mayores niveles de pobreza, menores niveles de educación, mayor exposición a los efectos negativos de la segregación territorial y una inserción ocupacional en los nichos más precarios del mercado laboral”, reitera la Cepal.
Y, junto a las deudas arrastradas desde épocas de la esclavitud, nuevos flujos migratorios como la creciente población haitiana en Chile recomponen el escenario regional.
“Nuestras estadísticas nacionales son aún muy deficientes en ese tema”, subrayó a IPS el politólogo Esteban Morales, que ha llevado a debate público en Cuba el problema e instó a las autoridades competentes previo a la realización del último censo de población y viviendas, en 2012, a corregir el sistema estadístico diseñado.
“No es real decir que nuestra población es blanca en más de 60 por ciento: ese dato se encuentra sesgado por el llamado fenómeno del blanqueamiento, o sea, por las personas en nuestro país, que, no siendo blancas, no se autoreconocen como negras ni mestizas”, explicó el también activista antirracista.
“El color está asociado a nuestra pirámide poblacional, jerarquía, acceso a la riqueza, reconocimiento social, prejuicios, discriminación y racismo, que se mantienen después de más de cuatro siglos de colonialismo esclavista y neocolonialismo, que casi 60 años de revolución radical no han logrado eliminar”, dijo Morales sobre el caso cubano.
Entre los países latinoamericanos, Cuba es, según la Cepal, el segundo con más habitantes afrodescendientes, con 36 por ciento de personas negras y mestizas en su población de 11,2 millones de habitantes. Solo lo supera Brasil y le siguen Colombia, Costa Rica, Panamá, Ecuador, México, Venezuela y Perú, en un listado que no incluye a las naciones caribeñas que no son de habla hispana.
El último censo realizado en este país insular caribeño estableció que la persona encuestada es quien se adscribe a algún grupo étnico, siguiendo la práctica estándar internacional.
Esa definición del propio entrevistado, así como las diferentes clasificaciones relativas a la identificación étnica por países, atenta contra el registro real de los afrodescendientes en Cuba y en general en América Latina y el Caribe, critican especialistas locales en el tema.
La situación es mucho más compleja por lo que algunos países incluyeron la variable racial y afrodescendiente en forma específica en sus censos, a partir de los 2000.
Para el período censal de 2020, la Cepal propone a los países aspectos claves para alcanzar la armonización de la región, entre ellos la desagregación en población afrodescendiente, que es imprescindible para cumplir con parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, convenidos en la ONU para 2030.
“Va ganando lugar la autoestima a nivel social de los afrodescendientes que, todavía es poca en relación con los millones que somos”, evaluó el sociólogo cubano Fernando Romeu. “Se aprecia en el aumento de la imagen afro que asumen especialmente en sus peinados y pelados (cortes de cabello) los jóvenes”, detalló.
No obstante, señaló que en este país, tanto a nivel social como por parte de las autoridades, existe resistencia a reconocer la discriminación racial. “Todavía falta mucho para el logro de una equidad racial en Cuba, a pesar de las políticas sociales de la Revolución (cubana de 1959)”, apuntó en diálogo con IPS.
A su juicio, “es necesario desprejuiciar el asunto (de la discriminación racial), desmitificarlo”. Lamentó que, “sin embargo, ya se abordan abiertamente el problema de la mujer, la homofobia”, que en el pasado estuvieron bajo el mismo velo de tabú y silencios que aún cubren los rezagos de racismo.
En su discurso al dejar la presidencia, el 19 de abril, Raúl Castro dedicó un inusual y amplio espacio a resaltar lo positivo de la mayor presencia en el parlamento y la televisión estatal de personas negras y mestizas, en una mención que algunos criticaron pero que otros valoraron como un reconocimiento oficial al problema.
Con labios prominentes y rojos, cabellos rizos, pómulos sobresalientes y cuerpos fornidos, la artista Daimy Izquierdo pinta a sus personajes y se refiere cariñosamente a ellos como “mis negras y mis negros, que también son los blancos y los mestizos porque al final todos tenemos los mismos sentimientos”.
“Soy descendiente de cubanos y haitianos… el tema de la identidad ha estado presente en mi familia tanto en lo carnal, espiritual como religioso… en mis cuadros está más que evidente”, compartió con IPS la artista, una de los cinco artistas de la red de apoyo a Casa Tomada Mirarte.
Activistas y especialistas consultados por IPS consideran que los países de América Latina y el Caribe aún no se han movilizado para darle un vuelco a la situación actual de este grupo poblacional durante el Decenio Internacional de los Afrodescendientes.
Edición: Estrella Gutiérrez
http://www.ipsnoticias.net/2018/06/reconocimiento-deuda-afrodescentientes-cubanos-decenio/